Reflexiones Nueva Izquierda Juvenil

HA NACIDO UN NUEVO ESTILO DE BAILE...

Cada vez que nos encontramos con un amigo, un familiar, un conocido, cada vez que nos presentan a alguien o un grupo de personas antes de iniciar una reunión saludamos dando un apretón de manos como gesto universal de cortesía y fraternidad. Miles de estos gestos deben repetirse simultaneamente en todo el mundo pero pocos de ellos adquieren relevancia o se transforman en puntos de inflexión en una sociedad, pocos de ellos pueden ser citados dentro de la historia de la Humanidad, pocos de ellos pueden ser recordados.
Existe hoy un apretón de manos en el cual debemos detenernos.
Sin otra intención que generar ciertas reflexiones e intencionar debate al interior de nuestro sector y de la Juventud Socialista, he querido escribir estas líneas.
No ha pasado mucho tiempo desde que dos manos de distinto color se alzaron hacia el cielo de nuestro continente, una de ellas de color oscuro e indígena otra mucho más clara y mestiza, una empuñada para llevar adelante la reconquista política y democrática de la república, la otra empuñada para la búsqueda de nuevos desafíos luego de haber conducido por seis años nuestra nación. Dos manos en apariencias muy distintas, dos manos latinoamericanas, dos manos de la misma “América de Color” que comienza a dar un giro hacia cambios culturales y políticos. Son las manos de Ricardo Lagos y Evo Morales que juntas fundiendo el deseo de paz y entendimiento saludan al pueblo latinoamericano constituyendo el mayor símbolo de unidad producido en las últimas décadas en nuestro continente.
Hablamos de dos pueblos separados por disputas históricas, por guerras y conquistas, por un enfrentamiento político, pero a la vez cultural, que ha sido traspasado de generación en generación. Es por ello que este simbólico apretón de manos adquiere tanta relevancia y se constituye como el punto de inicio del entendimiento que deberán llevar adelante los gobiernos de Michelle Bachelet y Evo Morales.
Lo anterior no es el único gesto o símbolo que ha llamado la atención en la comunidad internacional, también está el caballo de la bandera venezolana que cambia su galope desde la derecha hacia la izquierda, porque Latinoamérica ha cambiado su galope hacia la izquierda. Uruguay, Brasil, Bolivia, Venezuela y Chile son ejemplos de naciones que pueden llevar al progresismo a una posición privilegiada, porque sus tareas son casi las mismas en cada uno de sus pueblos. La demanda política latinoamericana se centra en temas comunes en cada uno de los países mencionados, es aquí donde sumo a Argentina y cualquier país de nuestro continente.
Nuestro pueblo vive en una gran incertidumbre producida por los desequilibrios socioeconómicos y políticos, bajo un debilitamiento del Estadio-nación y un fortalecimiento de la influencia empresarial transnacional. La carencia en la transparencia de los agentes públicos y el debilitamiento de la institucionalidad judicial hacen necesario avanzar hacia mayores niveles de autonomía y modernización con el fin de disminuir los niveles de corrupción, la crisis de representación, la exclusión y la deficiente redistribución del ingreso.
Chile no está ajeno a esto, si bien en los últimos años ha dando saltos importantes en materia de fortalecimiento institucional, modernización de la justicia y potenciamiento de algunas carteras sociales, no cabe duda que la tarea no está aún cumplida, pues aún están pendientes el aumento en los niveles de regulación por parte del estado y una redistribución del ingreso cada vez más vergonzosa.
Si miramos cada uno de los discursos que los últimos mandatarios han pronunciado en sus asunciones de mando podemos ver que los temas planteados en este texto no son distinto a lo reconocido por ellos. Tabaré Vásquez prometió impulsar una agenda social potente cuyos ejes centrales son la educación, la vivienda, la redistribución y el emprendimiento. Néstor Kirschner asumió como desafío reinstalar el funcionamiento institucional del Estado Argentino e “independizar” económicamente a su pueblo. Lula Da Silva, tomó como materia central de su agenda de gobierno fortalecer los derechos de los trabajadores, generar acciones de igualdad en materia redistributiva y levantar los niveles de desarrollo y transparencia pública de las instituciones del Estado. Evo Morales levantando su puño al tomar juramento a su gabinete prometió “servir al pueblo y no servirse del pueblo”, prometió al igual que los otros gobernantes dignificar la política, transparentar las acciones del estado, disminuir los altos niveles de la mal entendida burocracia e instalar como principio rector de su gobierno la probidad.
Como se puede ver el caso de Michelle Bachelet no es muy distinto, si bien hoy vivimos en un país con un funcionamiento institucional envidiable a nivel internacional en una democracia con estabilidad política sin igual en el concierto latinoamericano, no es menos cierto que nuestro pueblo requiere, tal y cual lo ha mencionado nuestra Presidente, un cambio profundo en materia social, porque como se ha dicho anteriormente los vergonzosos niveles de distribución del ingreso contrastan con un envidiable funcionamiento institucional.
La tarea de desarrollar una agenda social transformadora requiere, como veremos más adelante, de un sentido de responsabilidad y lealtad sin igual en los anteriores gobiernos de la Concertación, más aún en una sociedad donde se entiende que el desarrollo es una responsabilidad exclusiva del Estado y el crecimiento un capital propio de los sectores privados.
El gobierno de Ricardo Lagos también estuvo cargado de símbolos que han permitido robustecer la imagen internacional de Chile como también confluir hacia mayores niveles de reconciliación interna. El manejo internacional (diplomático) de nuestro país tuvo grandes réditos en materia interna, mayor valor adquiere al ver que no fue utilizado con la intención de aumentar la popularidad del Presidente como lo hizo su par boliviano Meza. Chile se llenó de reconocimientos internacionales en distintos foros a nivel mundial, el nombre de Lagos quedó situado a la altura de los más grandes estadistas del globo, claramente esto aumenta de sobremanera la imagen de nuestro país, un país que pudo entregar una negativa a la petición bélica de la única potencia del mundo como es Estados Unidos y desafiar al diálogo diplomático a Bolivia como mecanismo de resolución de conflictos. En materia interna la tarea no fue menor, nuestro gobierno no escatimó en los esfuerzos necesarios para garantizar el funcionamiento institucional y llevar adelante todas las acciones posibles en materia de juicio público (ciudadano) y reconciliación referido a Derechos Humanos, bajo el lema “reabrimos esta puerta para que vuelvan a entrar las brisas de libertad que han hecho grande a nuestra patria” Ricardo Lagos abrió la puerta histórica situada en Morandé 80, aquel símbolo de la historia republicana de nuestro país a través de la cual los presidentes accedían a sus oficinas en la casa de Gobierno.
Todos y cada uno de nosotros en algún momento hemos deslizado críticas hacia el manejo del Ejecutivo, pues indignación han causado en el pueblo socialista acciones tales como el indulto presidencial a Contreras Donaire, o la intención de llevar a delante un proceso de flexibilización laboral, en un país donde apenas se garantizan ciertos derechos laborales, en los primeros años de gobierno del presidente Lagos. Otras veces hemos criticado una suerte condescendencia con la derecha política de Chile o bien los incrementos vergonzosos en los niveles de desigualdad en nuestra sociedad a pesar de la drástica disminución de la pobreza. Muchas de éstas críticas tienen total y absoluto sentido, es más deben seguir siendo banderas de lucha de una juventud que añora un país más justo con los sectores más postergados de nuestra sociedad, un juventud que busca el progreso centrando su eje en el ser humano, un juventud política que siente que cualquier modelo económico o estrategia de desarrollo debe realzar la condición del ser humano y no tratarlo como mero producto de mercado.
Sin dudar de lo planteado anteriormente es nuestro deber reconocer ciertos avances que como sociedad hemos dado. Los gobiernos de la Concertación, y en específico, el Gobierno de Ricardo Lagos nos ha permitido dar saltos importantísimos en materia cualitativa y cuantitativa. Cabe mencionar por ejemplo, la reforma a la justicia o la salud, los esfuerzos que se han puesto para incorporar mayores recursos en la educación y llevar hacia los sectores más pobres la posibilidad de romper el círculo de la pobreza y propiciar la tan anhelada movilidad social. Es cierto, que nuestro sistema educativo permite un libertinaje en el manejo de las distintas instituciones de educación superior, pero también es cierto que la ley de acreditación, los recursos del estado hacia el sector tradicional y el Estado chileno actuando como aval para aquellos jóvenes que antes estaban fuera del sistema, más el amplio acuerdo suscrito entre todas las corrientes políticas del sector estudiantil y el Gobierno permiten contener de alguna manera el trato como bien de consumo que se le da a la educación desde los primeros años de la década de los `80, y comenzar a centrar al estado como el garante de la educación en Chile.
Junto con lo señalado en los párrafos anteriores quiero decir, que el éxito de cada uno de los gobiernos de la concertación no hubiese sido posible sin el éxito del gobierno anterior desde que se inició la transición democrática, Ricardo Lagos debe en una cantidad importante su éxito a la estabilidad política que los Gobiernos de Aylwin y Frei entregaron a nuestro ordenamiento político y jurídico, a nuestra democracia. Sin un gobierno exitoso las posibilidades de triunfo de un abanderado de la Concertación, en este caso Michelle Bachelet, hubiesen sido mínimas, pues si bien es un liderazgo que obedece a un perfil ciudadano su triunfo se debe principalmente a tres factores: 1) un respaldo absolutamente mayoritario de la ciudadanía al presidente Lagos y su Gobierno, 2) un liderazgo cercano y transversal de Michelle Bachelet y 3) un rol vital de los partidos políticos específicamente en la segunda vuelta electoral. Junto a esto podemos sumar el apoyo proporcionado por el pacto Juntos Podemos Más a la candidata oficialista, demostrando cierta madurez política del Partido Comunista al no seguir los planteamientos quinceañeros y poco responsables de un candidato derrotado hasta en sus más mínimas pretensiones como lo es Tomás Hirsch G.
No cabe duda que el éxito de Lagos influye fuertemente en el éxito de Michelle Bachelet, lo que permite sostener que la actitud de apoyo firme, constante, sin vacilaciones de la conducción del Partido Socialista que acompaño durante los primeros años de su mandato al Presidente dan muestra de una gran lucidez política que supo colocar por sobre los intereses corporativos los intereses de nuestra sociedad. El Partido Socialista supo entender el riesgo que corría Chile si la fuerte arremetida contra Lagos que llevó adelante la derecha tenía éxito.
Ese éxito de Lagos es el éxito de la Concertación y por supuesto será el de Michelle Bachelet, el mundo entero percibe el aroma socialista que hoy muestra a nuestra organización política como uno de los referentes internacionales. Hoy se unen a los líderes socialistas y socialdemócratas del mundo liderazgos tales como José Miguel Insulza en la Organización de Estados Americanos, Ricardo Lagos como Presidente de los ex presidentes del Mundo y Michelle Bachelet a la cabeza de un país con liderazgo regional y global. Si fuimos lúcidos y responsables en el gobierno de Lagos aun más lúcido y responsable debe ser nuestro actuar como socialistas en éste. La tarea es aún más difícil. El período de gobierno de Bachelet será mucho más corto que el anterior, no podemos darnos el lujo de cometer errores, se suma a esto el anuncio claro y directo de endurecimiento de la política de oposición de los sectores derechistas que no darán tregua alguna, que no vacilarán en lanzar descalificaciones a nuestra presidente, en buscar hasta los más mínimos errores del gobierno para transformarlos a través de sus medios de comunicación en escándalos de proporciones. Se suma a esto la fuerte crisis que sufre la Democracia Cristiana que coloca en jaque el comportamiento de la coalición y, por supuesto, debilita las posibilidades de llevar adelante un gobierno exitoso.
El programa político de la Concertación debe ser el programa de Michelle Bachelet, el programa de los sectores progresistas debe ser el programa de Michelle Bachelet, el programa del Partido Socialista debe ser el programa de Michelle Bachelet, en donde todos y cada uno de sus sectores internos confluyan hacia ese objetivo. Es aquí donde adquiere relevancia entender que una Concertación sin unidad será la piedra en el camino hacia la consecución de los objetivos del gobierno que encabezaremos, con la unidad suficiente lograremos que el programa de Michelle Bachelet sea el programa de la mayoría de la sociedad, incluso de la derecha.
Es así como se hace necesario entender que la Concertación como tal ya no es suficiente, requiere de alianzas políticas más amplias y sólidas con aquellos sectores que a pesar de su exclusión lograron tener la madurez necesaria para entender lo que Chile se jugaba en esta elección. El ejemplo dado por el Partido Comunista y los sectores ecologistas, como también algunas fuerzas regionales, deben hacernos reflexionar. Más allá de la decisión tomada por la dirección del PC esta obedece a una presión impuesta por su base militante que apoyó a Lagos (en segunda vuelta) a pesar de la negativa de sus dirigentes y que lo volvería a hacer por Bachelet fuera cual fuera nuevamente la decisión de la directiva, es aquí donde la concertación y el Partido Socialista tienen un capital de crecimiento importantísimo. Si la concertación se ha visto obligada a llegar a acuerdos con la derecha que es nuestro enemigo natural claramente puede llegar a acuerdos más permanentes y sólidos con la izquierda extraparlamentaria que son nuestros aliados naturales e históricos.
Michelle Bachelet requiere de una coalición fortalecida, siendo militante de nuestro partido, necesita también y fundamentalmente un Partido Socialista fuerte y leal que la acompañe irrestrictamente en su período de Gobierno. La tarea es muy grande. Chile se ha inundado de una sobrexpectativa gigantesca respecto al próximo gobierno, los sectores juveniles, los adultos mayores y los sectores sociales más postergados ven en ella y su potencial obra las políticas necesarias para cumplir con las deudas que aún se tienen con ellos. No cabe duda entonces que Bachelet, nuestra presidenta, requiere un partido y una juventud que actúe sin temor y la respalde sin vacilaciones, más aún cuando la agenda propuesta en material juvenil y social están perfectamente alineadas con demandas y reivindicaciones históricas que como Partido y Juventud hemos hecho.
El Gobierno de Michelle Bachelet es el momento histórico más propicio que los socialistas podemos soñar, es el momento de poder llevar adelante una agenda social de verdad que entregue justicia a nuestro pueblo. El Partido Socialista es la institución política que se encuentra en mejor posición para capitalizar este momento. Somos los grandes triunfadores de la elección municipal y parlamentaria, logramos incrementar nuestra base de alcaldes y concejales e incluso pudimos abrir paso a nuevos liderazgos locales juveniles en numerosas comunas de Chile, el mundo municipal hoy cuenta con jóvenes socialistas que serán grandes referentes locales y regionales en el futuro. Es cierto que no se ha logrado incrementar nuestro porcertanje electoral, pero frente a esa desventaja el partido socialista ha sabido desarrollar su poder de electividad, más que nunca queda demostrado en esta elección parlamentaria donde con tan sólo 22 candidatos a diputados el PS logró elegir 15, frente a 5 candidatos a Senador el PS logró elegir 3. Esto demuestra una política exitosa de nuestra dirección partidaria. Una gestión que logró imponerse a aquellos gritos desesperados de lobo herido de sectores incrédulos e irresponsables de nuestro partido, dejándolos resumidos a pequeños cachorros deambulantes.
Se vienen tiempos agitados y difíciles, tiempos turbulentos que mezclarán un nuevo gabinete gubernamental, con una oposición que tratará de dañar el comienzo del gobierno y elecciones internas el próximo 23 abril, seguidas de elecciones en la juventud socialista que no deben sobrepasar el primer semestre de este año. Es aquí donde cada militante y cada dirigente deben asumir un compromiso de responsabilidad con la gran tarea que se nos viene encima. El primer deber de nuestro partido es respaldar al cien por ciento el gabinete que nuestra presidenta de a conocer los próximos días. Lo segundo es configurar un escenario político que permita llegar a un acuerdo mayoritario en materia eleccionaria, pues la próxima directiva del partido debe ser una directiva que concite el mayor apoyo partidario para entregarle el respaldo que requiere en la tarea de acompañar a Michelle Bachelet. Cuidado debemos tener en no equivocarnos, un acuerdo amplio y mayoritario no significa un acuerdo unánime, no significa la incorporación pactada en la dirección de sectores que ya han demostrado su irresponsabilidad. De sectores que estando en la dirección seguirán comportándose como oposición y utilizando la presión indebida como mecanismo para conseguir ciertos espacios de poder. La dirección del partido socialista debe ser una dirección, como lo dije anteriormente, leal a Michelle Bachelet, por lo tanto, no debe darse el lujo de colocar a la cabeza del PS sectores políticos que no se lo merecen.
Es por lo anterior, que debemos jugarnos por una dirección partidaria que incorpore los mayores liderazgos de nuestra institución conducidos por el senador Camilo Escalona, para entregar a nuestro partido una conducción clara, leal y en sintonía con el desafío que ha Chile le espera.
En materia juvenil, están equivocados quienes creen que la tarea es menor. Nuestra presidenta ha incorporado en su programa potenciar las garantías de financiamiento educacional en aquellos jóvenes de escasos recursos, subsidios en materia previsional y de contratación laboral en jóvenes de riesgo social, eliminación del servicio militar obligatorio, programas de desarrollo del emprendimiento juvenil, política especial de salud para jóvenes (tarjeta de fonasa joven), promoción de la calidad en la enseñanza superior técnica y acortamiento de carreras profesionales, crédito hipotecario agrícola para permitir un mayor acceso de los jóvenes a la tierra y la ampliación de la bonificación del contrato del aprendizaje para la promoción del empleo joven. Si ha esto sumamos el fortalecimiento de la institucionalidad Juvenil y la instalación de la inscripción automática y el voto voluntario tenemos una agenda de suma satisfacción para nuestra juventud política y juventud en general. Como vemos el programa en materia joven de Michelle Bachelet satisface sueños de jóvenes que añoran mayores posibilidades de desarrollo. Una vez más entonces nuestra presidenta requiere de instituciones políticas y sociales que estén a la altura de las circunstancias, instituciones capaces de luchar por llevar adelante el programa que Bachelet nos presenta. Instituciones juveniles fuertes, articuladoras y responsables. No cometamos el error de creer que ser responsable es ser timorato, es ser complaciente, ser responsable significa mirar la vida con realismo político, mucho más fácil es disfrazar la irresponsabilidad de osadía.
Por otra parte con miras a las próximas elecciones me permito enunciar que la Juventud Socialista para estar a la altura de las circunstancias debe también, al igual que en el partido, confluir en un acuerdo amplio y mayoritario que le entregue la solidez necesaria para liderar a las organizaciones juveniles, debe contar para este nuevo proceso con una dirección con experiencia pero con el recambio suficiente como para darle un nuevo aire a nuestra institución. Los distintos sectores que conviven al interior de la juventud socialista deben privilegiar alianzas robustas que hablen el lenguaje de la responsabilidad institucional, y es ahí donde nuestro sector, la Nueva Izquierda Joven, está en posición de dar cátedra al resto de los sectores, pues más allá de los traumas personales o colectivos cada uno de los dirigentes y militantes que representan nuestro sector se ha mantenido de manera irrestricta a la lado de la institucionalidad, respaldándola y potenciándola cada vez más. Es por ello que cualquier acuerdo mayoritario debe pasar por nuestro sector. Nuestro sector debe ser actor fundamental en la nueva dirección de la Juventud Socialista, debe estar en la primera línea de las decisiones políticas que como organización tomaremos. Este es el momento de demostrar donde están las mayorías y la Nueva Izquierda Joven constituye y está en la mayoría. Sólo demostrando liderazgo y poder electoral nuestro sector juvenil podrá aumentar sus niveles de inserción en la política partidaria, dejando de ser un mero espectador e ingresar en discusiones de mayor alcance.
Por lo anterior, hay tareas que en lo inmediato no debemos dejar pasar, en esta etapa preelectoral debemos concurrir a un fortalecimiento de nuestra presencia territorial y orgánica, a la consolidación y extensión de aquellos comunales que controlamos, constituir nuevos comunales y capitalizar el acercamiento que han tenido muchos jóvenes a nuestra juventud política. Esto nos permitirá poder enfrentar el proceso de negociación y posterior elección de mejor manera demostrando que este sector luego de un profundo quiebre interno ha sabido levantarse y promover nuevos liderazgos.
Una vez cumplidas estas tareas e instalados en la dirección de la Juventud Socialista debemos ser los actores que promuevan un mayor acercamiento de la cúpula dirigente con las bases militantes de nuestra institución, una política de capacitación y formación permanente de nuestros cuadros a nivel nacional que nos permita desde ya comenzar a trabajar en la generación y consolidación de nuevos liderazgos locales para aumentar nuestra plantilla de negociación municipal, recuperar instituciones estudiantiles perdidas y penetrar en aquellas donde la JS no se ha podido desarrollar, pues sólo si la JS logra insertarse genuinamente en los espacios territoriales y sociales podrá contribuir al éxito programático en materia de Juventud de la compañera Presidenta Michelle Bachelet.


“...Todos los días hay que luchar porque ese amor a
la humanidad viviente se transforme en hechos concretos,
en actos que sirvan de ejemplo, de movilización”.
(Ernesto Che Guevara)



Jaime Romero Álvarez
Ex Presidente
Juventud Socialista de Chile

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